Un
informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el siglo XXI, señala que, México en
el centro y Ecuador en Sudamérica son los países latinoamericanos con más casos
de violencia contra la mujer. Como las principales causas de la violencia se
encontraban: los celos, el alcoholismo o el hecho de considerar a la mujer un
ser inferior.
En
nuestro país existen las Unidades Especializadas de Violencia Intrafamiliar y
la Ley contra la Violencia a la Mujer y la Familia, con el objeto de proteger
la integridad física, psíquica y la libertad sexual de la mujer y los miembros
de su familia.
Según
cifras del Centro Ecuatoriano
para la Promoción y Acción de la Mujer (CEPAM) una de cada 4 mujeres ha sufrido violencia sexual. Y según el
informe del Consejo de Participación Ciudadana, el 60,6% de mujeres es víctima
de atropellos psicológicos y físicos.
En
las mujeres indígenas se han incrementado los niveles de violencia física,
sexual y psicológica al 59,3%. Son estas las que sufren más la violencia de
género. En tanto que las mujeres afro descendientes llegan al 55,3% de
discriminación.
Estas
declaraciones y cifras reveladoras nos llevan a concluir que el machismo no ha
disminuido en el país, más bien, ha incrementado por la idiosincrasia de los
ecuatorianos que a pesar de estar en pleno siglo año 2015 aún tiene ideas
arcaicas de lo que es un hombre y una mujer con sus “comportamientos”.
Cabe
recalcar que en este año (2015), el delito de femicidio es aprobado
gracias a las de marchas de mujeres que exigían que se haga justicia puesto que
antes no existía y los casos de mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres
quedaban en aire.
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